sábado, 11 de enero de 2014

Los siete principios hermeticos.

1.      EL PRINCIPIO DE MENTALISMO.
             «EL TODO es MENTE; el universo es mental.»
2.      EL PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA.
             «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.»
3.      EL PRINCIPIO DE VIBRACIÓN.
             «Nada descansa; todo se mueve; todo vibra.»
4.      EL PRINCIPIO DE POLARIDAD.
       «Todo es dual; todo tiene polos; todo tiene su par de opuestos; semejante y desemejante son lo mismo;
             los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado: los extremos se encuentran; todas 
             las verdades no son sino medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas.»
5.      EL PRINCIPIO DE RITMO.
             «Todo fluye, fuera y dentro; todo tiene sus mareas; todas las cosas suben y bajan; la oscilación del 
              péndulo se manifiesta en todo; la medida de la oscilación hacia la derecha es la medida de la
             oscilación hacia la izquierda; el ritmo compensa.»
6.      EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO.
         Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley-. casualidad
         no es sino un nombre para la ley no reconocida; hav muchos planos de causación, pero nada se
        escapa a la ley.»
7.      EL PRINCIPIO DE GÉNERO.
               «El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino: el género se manifiesta en
               todos los planos.»

LA ESTRELLA FLAMÍGERA.

LA ESTRELLA FLAMÍGERA.
 
“Yo solo deseo conocer los pensamientos de dios; el resto son detalles” Albert Einstein.
Puede la razón pura, con sus ataduras al plano material,  explicar sucesos que pertenecen a un plano suprahumano?. El aprendiz está todavía atado a la materialidad pura; por esto le debe bastar la razón mundana para validar todo lo que es capaz de percibir. Lo cierto es que no todo puede ser explicado por la razón; siempre queda el Misterio Sagrado, designado por el vocablo latino Mystae, sinónimo de Adeptus, es decir, aquellos que han alcanzado la mas elevada iniciación.
El compañero ya ha roto las cadenas que lo ligan a la tierra, y ha comenzado su ascenso por la escala de Jacob, jeroglífico  del eje del mundo, y necesita mucho mas que la razón para poder descorrer el velo de Isis.
Entonces, no por la razón, sino por lo que siento en mi corazón, intentaré dar mi visión sobre la estrella flamígera, que nos alumbra en las tinieblas y es  faro resplandeciente que guía al hombre en la noche oscura del alma.
El celebre alquimista y monje benedictino del siglo XV Basilio Valentín introduce por vez primera el concepto del Vitriol. En el tratado del Azot presenta Valentin una curiosa estrella borlada por una filacteria,(1) donde se lee: Visita interiora terrae, rectificando intvenies ocultum lapidem. Visita tu tierra interior, rectificando, encontraras la piedra oculta.  
Visitar nuestra tierra interior, sumergirnos en nuestro ser  constituye el verdadero conocimiento de uno mismo o Gnosis, representada por la letra G.
Este  viaje interior solo es posible mediante la practica constate de la meditación profunda,  llegando al discernimiento propio y de la divinidad.  Por medio de la Gosis es posible llegar a vislumbrar los pensamientos de dios,  y redimirnos a nosotros mismos, pues somos dioses.
Sostiene C.G.Jung que en occidente, el hombre es infinitamente pequeño y necesita de factores externos para redimirse; en cambio, en oriente,  el hombre es dios y se redime a si mismo.
Al sumergimos por primera vez en el interior de nuestra tierra, es este un lugar oscuro;  un océano desolado donde debemos encontrar  nuestra piedra. En el mar de los filósofos primero es necesario hallar  a un pez único y muy escurridizo; llamado Echneis o Rémora. Este pez se transforma en una estrella flameante; y una vez que el adepto logra verla, lo conduce inequívocamente a oriente. Para las antiguas tradiciones el oriente es el camino ascendente  que el adepto debe recorrer en su acercamiento al centro y a la unidad: utilizando como guía, en palabras de Yogananda y otros, la inequívoca luz del ojo espiritual, estrella de oriente, estrella de la mañana, estrella del mar que  señala nuestra piedra.
Según la Biblia, en Mateo 6:22 y 23, leemos: La lámpara del cuerpo es el ojo: así que, si tu ojo fuere único, todo tu cuerpo será luminoso. Más si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Así que, si la lumbre que en ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas?
Ningún oriental dudaría en admitir que estamos hablando del ojo único, ojo espiritual, tercer ojo o estrella de la mañana.
 Leemos en Génesis 1.1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.  Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Ese espíritu de dios, es representado por los adeptos como una estrella que ilumina las tinieblas. «¡Acuérdaté de que Osiris es un dios negro!» Es el color simbólico de las Tinieblas y de las Sombras cimerias(2), el de Satán, a quien se ofrecían rosas negras, y también el del Caos primitivo, donde las semillas de todas las cosas se mezclan y confunden; es el emblema de la tierra, de la noche y de la muerte.
Lo mismo que, en el Génesis, el día sucede a la noche, así la luz sucede a la oscuridad. La luz tiene por signo el color blanco.
El blanco ha sido también aplicado a la pureza, a la sencillez, a la inocencia. El color blanco es el de los Iniciados, porque el hombre que abandona las tinieblas para seguir la luz pasa del estado profano al de Iniciado, al de puro.
Esa luz, es la misma estrella que condujo a los sacerdotes de Zoroastro enviados por la reina de Saba, en busca del niño nacido en Belén.
Cuenta la leyenda que los primeros peregrinos cristianos llegados a Galicia en tiempos antiguos, fueron guiados por una estrella que por fin se detuvo sobre una colina, donde hallaron la sepultura del apóstol Santiago. Fue en ese sitio donde finalmente se construyó la portentosa catedral de Santiago de Compostela- o compost stella, es decir la estrella que sobrenada el compuesto original, espíritu divino, faro de eternidad.
El maestro Fulcanelli sostiene, que Compostela no queda en absoluto en tierra Española, sino en la Tierra Interior del sujeto filosófico mismo. Tierra a la que accedemos con nuestro Vitriol, guiados por la estrella matutina, que nos señala el camino del eje y alumbra a nuestra propia piedra.
No olvidemos  que en la tradición cristiana María, es llamada Stella Maris o Stella Matutina; y también podemos observar representaciones de los tres colores de la Gran Obra, muy conocidos por nosotros.  El negro, corresponde a Santa Ana, madre de María. El blanco, la inmaculada concepción, y el rojo a Jesús, el fuego, fuego del espíritu santo, fuego que no quema las manos.

Tratando de dar un cierre a este tema tan apasionante, y que daría para escribir una indefinidad de palabras; a mi criterio la estrella flamígera es la luz del conocimiento interior o Gnosis. Conocimiento tan difícil de hallar como la simbólica Rémora en el mar de los filósofos; pero que hemos de encontrar rompiendo los lazos que nos atan a la materia (materea, mater, María) y comenzando a ascender guiados por nuestra estrella,  nuestro ojo único.
Salve, hijos de la Luz! (3)








(1)  En los antiguos grabados, las filacterias solamente se colocan sobre los símbolos sagrados o iniciáticos.
(2)  Entonces arribamos a los confines del Océano, de profunda corriente. Allí están el pueblo y la ciudad de los Cimerios entre nieblas y nubes, sin que jamás el sol resplandeciente los ilumine con sus rayos, ni cuando sube al cielo estrellado, ni cuando vuelve del cielo a la tierra, pues una noche perniciosa se extiende sobre los míseros mortales. (Odisea, XI, 13)
(3)  En hebreo la raíz de la palabra que designa  luz, es la misma que designa viuda; es decir en hebreo luz y viuda son intercambiables por su raíz y su valor numérico.
El Abate Arno

Nombre simbolico

En palabras de René Guenón es consecuencia lógica inmediata de la iniciación, en tanto que segundo nacimiento, que el iniciado reciba un nombre nuevo, distinto de su nombre profano. Este mensaje me fue transmitido hace varias décadas. Durante una convención de una orden hermana, entablé amistad con Georges Hubber, un alemán  residente en el Uruguay. Mantuve correspondencia durante un largo tiempo con él, lamentablemente hace años perdí contacto, tal vez haya ya pasado al Oriente Eterno, por entonces contaba con  unos 70 años. En su correspondencia me recordaba siempre que investigara la Gran Obra Alquímica, y  que Fulcanelli continuaba trabajando; tal eran sus palabras. También me sugirió encontrar un nombre simbólico, que tuviera para mí un significado importante y sólido, reflejando de alguna manera mi intuición espiritual.
Después de haber leído y releído a Fulcanelli, a Canseliet, a Basilio Valentín, y otros alquimistas, comencé a tener una minima noción del trabajo y los símbolos empleados en la Gran Obra. Una noción mas intuitiva que racional, mas espontánea que intelectual. En el Mutus Liber (el Libro Mudo de la Alquimia) solo dos frases pueden leerse, en la plancha  15, leemos “Ora Lege Lege Lege Relege Labora et Invenies (“Ora, Lee, Lee, Lee, Relee, Trabaja y encontrarás”).
Siguiendo este consejo, con el tiempo algunos conceptos y recursos de la cábala fonética, que Fulcanelli identifica con la Lengua de los Pájaros, el Argot, Art Goet o Arte Gótico, fueron siendo realizados en mí. Eugene Canseliet descubre el anagrama, y el valor simbólico del patronímico Fulcanelli,  Fulcán-Elli, es decir, el Vulcano del Sol.
Cierto día, leyendo algún libro, no recuerdo  cual con exactitud, tal vez Historia de la Eternidad de J.L.Borges, encontré una frase en latín, cuya traducción decía poco más o menos que toda nuestra sabiduría y cuanto poseíamos de real, devenía desde la eternidad. Concepto que asimilo a una imagen del Todo, el Uno supremo, la unidad que contiene al infinito.
En latín, desde la eternidad, se escribe Ab Aeterno. Inmediatamente se me ocurrió permutar algunas letras, un anagrama bastante simple se representó en mi mente. Abate Arno, claro que, para ser honesto, descompuse el diptongo latino AE (caesar) en las letras españolas A y E.
El papel de muchos de estos abates, clérigos, normalmente franceses o italianos (según la Real Academia Española), fue importante en muchas ramas de las ciencias; como por ejemplo el Abate Moreux, quien escribiera La ciencia misteriosa de los Faraones.
Por otro lado la palabra Arno, me recordó al río homónimo, que corre por territorio italiano, en lo que otrora fuera dominio de los Etruscos. Para la antigua tradición etrusca, este río era sagrado, de la misma forma que para los hindúes lo es el Ganges, teniendo el mismo valor simbólico.
Recordé entonces, a mi abuelo paterno, que de pequeño me decía que nuestra familia descendía de los Etruscos, de lo cual se sentía muy orgulloso. Motivo por el cual investigue la historia y las tradiciones, muy significativas, por cierto; de este pueblo misterioso, cuyo origen no ha podido ser rastreado, ni siquiera lingüísticamente. Y quienes fueran los verdaderos fundadores de Roma, cuyo quinto rey, Lario Lucio Tarquinio Prisco,  el Viejo, le dio un enorme impulso a la ciudad, convirtiéndola en una pujante metrópoli. En la antigua lengua. Lario significa Señor. Y Tarquinia, justamente, era una de las capitales de la dodecápolis Etrusca, gobernada durante generaciones por  los Tarquinios,  como Lucumones (Dispensadores de Dones, sería la traducción correcta), denominación que llevaban los gobernantes etruscos.
Finalmente, recurriendo a mis humildes conocimientos de la Kabalá hebrea, escribí dicho nombre en esa lengua y obtuve el valor numérico del mismo. Doscientos sesenta y uno. Los dos primeros dígitos, 26, se corresponden con el valor numérico del Tetragrámaton (YHVH), y el tercero digito con el Uno indeterminado, la unidad que contiene al infinito. Con lo cual retornaba al punto de partida, como cerrando un circulo; porque dije antes que comencé considerando a la eternidad como la unidad que contiene al infinito.
Para completar el valor numérico del nombre elegido, la suma de sus tres cifras, da nueve. Inmediatamente me recordó los 9 cielos en la Divina Comedia, de Dante. Y sin dejar de lado el importante valor simbólico de este numero.
Ahondar en mayores detalles, sobre los símbolos y motivos antes referidos, excede en demasía el propósito de esta plancha, que tal vez me atreva a desarrollar en el futuro.
Para mí estos argumentos, son más que suficientes, para fundamentar este anagrama, que representa nuestro origen y nuestro destino. Desde la eternidad, desde allí venimos, y hacia allí vamos.
Por esto solicito se me permita utilizar el nombre simbólico de “Abate Arno”.

Cuando un hombre muere, lo que no pierde es el “nombre”; el nombre es “sin fin” y dado que “sin fin” son, a su vez, los Ángeles Múltiples [vishvêdêvas], gracias al nombre él conquista el “mundo sin fin”» (Brihadâranyaka Upanishad, III, 2, 12).

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. III parte.

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. III parte.
 “Estimo que la verdad que un hombre ha descubierto, o la luz que ha proyectado sobre algún punto oscuro, un día puede impresionar a otro ser pensante, conmoverlo, alegrarlo y consolarlo: es a él a quién hablamos como nos han hablado otros espíritus semejantes y nos han consolado también en este desierto de la vida” Arthur Schopenhauer.

Un caso particular.

Retomando el hilo conductor de los trabajos anteriores, nos es menester destacar un caso particular donde el símbolo visual y el sonoro tienen una concepción similar. Es el caso de los símbolos gráficos que no son trazados en forma permanente; y que se emplean sólo dentro del ritual iniciático; e incluso religioso. Son aquellos que no forman más que uno con el gesto ritual mismo.
Es el caso de los signos y toques de reconocimiento; siendo otro típico ejemplo, bien conocido por todos, el signo de la cruz; que cumplía esa función de reconocimiento, en los primeros tiempos del cristianismo.
Muchas figuras simbólicas trazadas en el curso de un rito son borradas o desarticuladas inmediatamente después de su cumplimiento. Mencionaremos sólo dos casos, entre los muchos que se presentan: en la iniciación, al consagrarse a un recipiendario e inmediatamente después de que este reciba la Luz M:., se elevan tres espadas formando una bóveda, y el V:.M:. ejecuta la batería de grado con su Mallete sobre la espada flamígera, dando por admitido al neófito.
Antaño, en la Masonería operativa, era trazado sobre el suelo el “tablero de logia” que al finalizar el ritual se borraba. Práctica que suele atribuirse a una precaución tomada contra la curiosidad profana, explicación demasiado simplista y superficial, “es menester ver en ella sobre todo una consecuencia del lazo mismo que une íntimamente el símbolo y el rito, de tal suerte que el símbolo no tendría ninguna razón de subsistir visiblemente fuera del rito”.
Hay otro aspecto simbólico que analizaremos, como parte integrante e inseparable del ritual. Esto es, la indumentaria ad hoc que utilizamos.

De la indumentaria simbólica.

Ha quedado demostrado a través del tiempo, como lo observamos en las diversas corrientes iniciáticas y órdenes monásticas, que la indumentaria utilizada durante el ritual, no es precisamente un tema menor. Una tradicional forma de colocar al iniciado en sintonía con el proceso de introspección que hemos de realizar consiste en la preparación del cuerpo, la mente y el espíritu; para la representación de los aspectos esotéricos de la Tradición; esto es la acción misma de la investidura, es decir, el mudar los ropajes con la finalidad de prepararse para el inicio del ritual sagrado. Esto forma parte de nuestro lenguaje simbólico, siendo un todo integral con nuestros signos, palabras y tocamientos. Este mudar de ropajes, es en última instancia, el deshacerse de la máscara profana para adentrarse en la interioridad de la geometría sagrada.

 El Mandil:  
Durante la iniciación por la que todos hemos pasado, simbólica de un segundo nacimiento, nos ha sido entregada esta parte esencial de nuestra investidura. Nuestro ritual de grado reza lo siguiente: “Este Mandil que ciño a tu cintura es el símbolo del trabajo, y con él se han honrado los hombres más eminentes en todas las ramas del saber humano. Hónrate también con él, y tráelo puesto siempre que vengas a los trabajos y mientras seas aprendiz lo has de llevar con la babeta levantada”.
Así como los guantes y la joya, es una parte esencial de la investidura masónica, constituyendo una herencia de los masones operativos medievales, y un símbolo que nos invita y consagra íntegramente al trabajo. Como recuerda un lema de las antiguas corporaciones de canteros: ora et labora.
Este trabajo no es otra cosa, que el de la Gran Obra, y es esencialmente la cooperación consciente con la obra del G\A\D\U\.
           Con todo, hay que tener plena conciencia de que el mandil no es sólo un uniforme. Relegarlo a esta categoría implica ir dejando de lado toda la riqueza del simbolismo que nos entrega la Orden.
             El  mandil nos reúne en torno de principios, participación, unión y trabajo, no de banalidades, oropeles y búsqueda de reconocimiento. Esta parte de la vestimenta de trabajo cubre la parte delantera del cuerpo, principio activo, masculino, anudado o cerrado en la parte posterior, pasiva, que corresponde a lo receptivo, equilibrados en el centro de la energía, representado por el masón mismo. Esta tradición procede de antiguos orígenes, de las más variadas culturas y religiones, en las cuales se entendía que esta zona del cuerpo correspondía al alojamiento de los instintos animales, por lo cual debe cubrirse en virtud del desbastamiento espiritual.
Tradicionalmente confeccionado en piel de cordero, por ende de color blanco, ambos símbolos de la inocencia y la pureza.
"La piel es, en hebreo, lo 'aún sin luz'; constituye la experiencia de las tinieblas que prepara y precede a la luz".
El A\M\ realiza el camino desde las tinieblas en que se encuentra hacia la luz del conocimiento metafísico. Esto también se vincula con la forma del mandil, compuesta de un cuadrado y de un triángulo. Originalmente el cuadrado cubría parte de las piernas y del abdomen —los instintos— y la triangular, la región torácica —las pasiones y emociones—, zonas que el A\ deberá ir puliendo a medida que avanza su trabajo de desbastado interno.
El cuadrado representa el cuerpo (tierra, materia y esencia), uniendo estos tres significados tenemos presente en el mandil la representación del hombre en alma, espíritu y cuerpo. El triángulo, a su vez, constituye el alma masónica y, el espíritu, es decir, al propio masón.
Entre los significados que se atribuyen al triángulo que compone el mandil de 1er grado, señalamos sólo algunos, a modo de camino de reflexión: Inteligencia, espíritu e instinto humano; (controlar) carácter, lengua y conducta; (estimar) rectitud, valor y gratitud; (meditar) vida, muerte y eternidad; (evitar) pereza, barbarie e ignorancia; (admirar) voluntad, dignidad y lealtad; (adoptar) libertad, igualdad y fraternidad; sabiduría, fuerza y belleza; salud, fuerza y unión.
           El conocimiento profundo del mandil, ayudará al Masón en su formación espiritual, dando lugar a un estudio más profundo del simbolismo.
            Recordemos también, que es el primer presente que recibimos al iniciarnos, es el primer símbolo sobre el que recibimos una explicación y la primera certeza palpable para el iniciado de que ha sido admitido en nuestra augusta orden. Por grandes que sean nuestros avances en los estudios de los sagrados misterios, jamás debemos relegar al mandil a un plano secundario; podremos cambiarle sus ornamentos, pero siempre conservará ese honroso título, que se le dio a conocer al Masón en la noche de su iniciación.

Fuentes:
- René Guénon: Apercepciones sobre la iniciación
- Mircea Eliade: El mito del eterno retorno.
- Q:.H:. Manuel Eduardo Contreras Seitz: El símbolo (R:.L:. “Reflexión”       
             Nro. 113 Gran Logia de Chile)
- G:.L:.A:.LL:.AA:.MM:. Ritual del Aprendiz masón.
El Abate Arno

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. II parte.

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. II parte.
“Estimo que la verdad que un hombre ha descubierto, o la luz que ha proyectado sobre algún punto oscuro, un día puede impresionar a otro ser pensante, conmoverlo, alegrarlo y consolarlo: es a él a quién hablamos como nos han hablado otros espíritus semejantes y nos han consolado también en este desierto de la vida” Arthur Schopenhauer.

El símbolo y la Masonería.

Al decir de los Siete Maestros Masones (1992).

“Se nos ha enseñado que todo lo que se manifiesta en el cielo y en la tierra son símbolos diseñados por el Arquitecto para que conozcamos sus planos y sus leyes y nos identifiquemos con su armonía. Se dice que el Cosmos entero es el símbolo de un ser invisible que en él se oculta; y que nuestros templos, construidos de acuerdo al modelo del Universo, nos permiten conocerlo e identificarnos con él. También se nos muestra que el hombre es un templo; un pequeño universo que contiene dentro de sí todas las posibilidades del Ser; un microcosmos creado a imagen y semejanza del macrocosmos, y que como éste es el símbolo del espíritu invisible que está en todo y que no es otra cosa que la esencia y la suprema identidad. Existe por lo tanto una clara relación analógica Hombre-Templo-Universo, y es por eso que conociendo la significación de nuestras logias, realizando en forma perfecta nuestros ritos de tal manera que vivifiquemos los mitos y los arquetipos visibles en la figura solar del Venerable Maestro y en el simbolismo planetario de los dignatarios, y tratando de interpretar los misterios y secretos de la cosmogonía, estaremos practicando el arte supremo de conocernos a nosotros mismos; el Arte Real que nos permitirá sumarnos a la Gran Obra y realizar la construcción interna y externa que permitirá el restablecimiento de la unidad, la paz y la armonía.”

Todos aquellos elementos que forman parte de nuestra cadena simbólica (imágenes, objetos, gestos, vestimenta, etc.) comunican al iniciado ideas que necesitarían extensas descripciones si las transmitiéramos por medio de la palabra. Se dinamizan a la luz de sus diversas interpretaciones o cuando son internalizados conscientemente por quien los percibe. En la medida que nuestro conocimiento previo posea mayor cantidad de definiciones que nuestra percepción pueda aplicar a la aprehensión, es decir a la internalización del símbolo; mayor será nuestra capacidad de comprensión. Este conocimiento previo que traemos a una situación de aprendizaje, influye sobre como y cuanto se comprende, se aprende y se retiene. La reiteración del ritual, suple, reemplaza y genera ese conocimiento previo al que hacíamos alusión, puesto que con cada reiteración iremos agregando interpretaciones más elevadas y más amplias que irán desplazando nuestras limitadas y antiguas percepciones. Y esto no responde a ningún proceso ni místico, ni mucho menos mágico. Es consecuencia de una ley inmutable; la ley de evolución.
Este proceso de aprendizaje es esencialmente activo, porque realizamos un conjunto de operaciones y de procedimientos mentales que nos permiten procesar la información que estamos recibiendo, y es constructivo, porque estos procesos que llevamos a cabo nos permiten construir significado que va a depender de la interacción entre la información que tenemos almacenada en nuestra memoria y la nueva que recibimos. Siendo un proceso acumulativo donde la información previa y la que recibimos, se va organizando en nuestras estructuras cognoscitivas o esquemas, de forma que estas se van enriqueciendo y estructurando hasta llegar a los niveles de afinamiento que son característicos de los sujetos expertos o iniciados.
Partiendo de la clasificación general planteada en un trabajo anterior podemos enunciar que los símbolos visuales (gestuales o gráficos) y los sonoros o vocales, constituyen conjuntamente la esencia del ritual.
La razón de esta categorización tiene relación con la ciencia cualitativa numérica que vehicula la manifestación de la armonía interior del iniciado. Representado, en el grado de aprendiz por el símbolo pitagórico de la tetraktys (\). Recordemos que la unidad pitagórica se simboliza en Apolo, dios de la música (etimológicamente: toda actividad humana inspirada por las Musas), de la poesía y de la medicina.  Siendo que el número y la geometría son bases primordiales de estas tres disciplinas; así el dios es el geómetra por excelencia y el representante de la Armonía Universal; del mismo modo que para nosotros lo es el G\A\D\U\, y no es casualidad que los masones nos reconozcamos P\L\N\Q\N\S\C\
En la primera categoría encontramos los relacionados con la geometría, que derivan del oficio de constructor. El cuadro de grado, es la síntesis que reúne una serie de elementos de carácter sagrado, cuya finalidad es servir al iniciado para la contemplación y reflexión, generando en él una visión y un conocimiento de su propia realidad interior por medio de la relación con el mundo. Dentro del mismo podemos apreciar las herramientas propias del grado, estas son el mazo y el cincel, el nivel y la plomada, la regla de 24  pulgadas, el compás y la escuadra; el Delta luminoso, la escala de Jacob, el pentalfa, el sol y la luna coronada por siete estrellas, la piedra bruta y la piedra cúbica, así como el pavimento de mosaico y las tres columnas visibles, sabiduría, fuerza y belleza. En algunos cuadros puede verse también el frontispicio del templo con sus columnas J\ y B\.
La segunda categoría, los símbolos sonoros y vocales, están compuestos fundamentalmente por las palabras sagradas,  las palabras de paso, y por las leyendas iniciáticas. Las palabras sagradas se relacionan con la "búsqueda de la Palabra perdida", que constituye la armonía del ser en la unidad trascendental, el Verbo creador de los orígenes, con lo cual su articulación sonora tiene una finalidad similar a la de los mantras. En tanto, las palabras de paso, se refieren más bien a una interioridad hermética que es develada y permite la apertura de un espacio y tiempo interior sagrado y cualitativo, vinculado al principio valorativo de los números y de la ciencia de los nombres. Finalmente, las leyendas son modelos para el iniciado que permiten la constitución de una identidad y una actualización de la memoria colectiva.
Ahora bien, su conjunción, el ritual o rito constituyen una serie de gestos y posturas corporales que 'fijan' en el plano psicosomático del ser la energía-fuerza que precisamente el símbolo geométrico vehicula, es decir, el significado pleno del simbolismo se alcanza a través de la internalización y seguimiento del ritual, como señalábamos anteriormente. Decíamos  también que esta es una vía activa, por lo tanto no es una mera acción especulativa, sino que ésta debe hacerse operativa en nuestra vida cotidiana.  
El rito se adentra en las profundidades del tiempo y del espacio: trabajamos desde el mediodía (cénit solar) hasta la medianoche (cénit polar), siguiendo la dirección de los cuatro puntos cardinales, los cuales simbolizan diversos grados de perfección, según sea el alcance de la luz obtenidos (de Oriente a Occidente y de Mediodía a Septentrión). Estas leyes que unen macrocosmos y microcosmos dan cuenta de la estructura a la vez circular y cruciforme representada en el Taller. El rito ha sido consagrado para sus fines específicos ab origine (en el origen) y nos remite a prototipos míticos. No transcurre en el tiempo profano, sino en el mismo momento en que fue ejecutado por primera vez, es el eterno retorno al momento primordial; dicho de otra forma, transcurre en un tiempo sagrado.
El rito y el símbolo son ambos elementos esenciales  de toda iniciación, ligados estrechamente por su naturaleza misma. En efecto, todo rito conlleva necesariamente un sentido simbólico e inversamente, todo símbolo produce un efecto rigurosamente comparable a los de los ritos mismos, para quien lo medita con las aptitudes y disposiciones requeridas; y entiéndase bien, como base esencial, debe mediar una transmisión iniciática regular; sin ella los ritos sólo serían un vano simulacro.

Fuentes:
- René Guénon: Apercepciones sobre la iniciación
- Mircea Eliade: El mito del eterno retorno.
- Q:.H:. Manuel Eduardo Contreras Seitz: El símbolo (R:.L:. “Reflexión”       
             Nro. 113 Gran Logia de Chile)
- G:.L:.A:.LL:.AA:.MM:. Ritual del Aprendiz masón.
El Abate Arno

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. I parte.

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. I parte.
 “Estimo que la verdad que un hombre ha descubierto, o la luz que ha proyectado sobre algún punto oscuro, un día puede impresionar a otro ser pensante, conmoverlo, alegrarlo y consolarlo: es a él a quién hablamos como nos han hablado otros espíritus semejantes y nos han consolado también en este desierto de la vida” Arthur Schopenhauer.

El símbolo.
Etimológicamente esta palabra deriva del latín simbolum y del griego symbolon, y tiene el sentido de designar alguna cosa, objeto, imagen, figura, insignia, distintivo, divisa, etc.
También puede ser la representación gráfica de una idea, del tipo cultural, religioso, filosófico o de cualquier índole y que normalmente tiene una significación convencional y arcana. Tiende a ser la manifestación de una idea profunda, expresada en un lenguaje “oculto” en el nivel sensible, siendo de alguna forma apto para la comprensión de su mensaje. Puede decirse que el símbolo es una imagen compuesta de varios elementos en la cual el modo en que el todo se representa es mucho más que la suma de las partes.
En un sentido amplio, toda manifestación, toda creación es de carácter simbólico, como cada gesto es un rito, sea esto o no evidente, pues constituye una señal significativa.
El símbolo y el rito, ambos elementos esenciales en toda iniciación,  están estrechamente ligados por su naturaleza misma.
El uso del simbolismo es necesariamente una forma de introspección a través de la asociación libre estableciendo una relación entre la historia individual y colectiva, y fundamentalmente con las leyes que rigen todas las cosas.
Por otra parte, la vía simbólica puede liberarnos de los prejuicios únicamente si no se transforma en un dogma más, es decir, una fórmula memorizada para cumplir con un determinado retejamiento. Para el profano, el lenguaje simbólico mal comprendido, o estudiado sin método y orden puede ser únicamente un conjunto embrollado de signos y analogías confusas. Pero para el iniciado esos mismos símbolos están cargados de significados y de valores; representando un medio práctico para internalizar ideas, causando una fuerte impresión en la conciencia, que probablemente no sea percibida en el momento que se recibe; pero queda grabada en los archivos de la memoria y es traído a la consciencia objetiva en el momento en que se esté listo para interpretarlo. Tengamos en cuenta que el símbolo no expresa ni explica, pero sirve de soporte para elevarse, mediante la meditación, al conocimiento de las verdades metafísicas. Muchas veces resultan ambiguos, velando y revelando la realidad y su carácter polisémico permite interpretarlo en distintos planos u órdenes. Los diversos sentidos del símbolo no se excluyen, cada uno es válido en su orden y todos se completan y corroboran, integrándose en la armonía de la síntesis total. Tomemos en cuenta que la pluralidad intrínseca en los símbolos, se basa en la ley de correspondencia o analogía; y necesariamente esta es la forma en que, la mente humana conciente basa su aprendizaje.
 El símbolo, nos abre las puertas de la percepción que explora las relaciones existentes entre los deseos, las ideas, la imaginación y la razón; entre la mente que generaliza y la mente que divide. El símbolo nombra las cosas, es uno con ellas, no las interpreta ni las define.
Sostiene Aristóteles que en este plano las formas nunca se presentan puras. Son como figuras geométricas que reproducen la naturaleza, pero no son la naturaleza misma. Son objetos ideales (símbolos) que sirven para comprender objetos reales, pues estos no pueden interpretarse por nosotros en su verdadera esencia. En la naturaleza no hay, en verdad, puntos, ni rectas, ni círculos; sino cosas que se aproximan al punto, a la línea recta y al círculo. Desde el principio (in illo tempore) esta situación ha sido manifiesta para los grandes pensadores de la humanidad, y es por esto que recurrieron al lenguaje simbólico para representar esos objetos reales que la naturaleza se esforzaba en velar.
El simbolismo matemático ha sido empleado desde muy antiguo; y comparable a el, es el simbolismo masónico; ya que conviene a todos los espíritus, incluso a los más racionales. Lejos de estar superado, encuentra una justificación nueva en los progresos de la psicología y de la sociología modernas, que muestran cuanta necesidad tiene el espíritu humano de los símbolos para comprender la realidad.
No hay solamente símbolos figurados o visuales, sino también símbolos sonoros; dos categorías principales, que en la tradición hindú se conocen como yantras y mantras. En el curso de las edades se observa una predominancia alternada de unos sobre otros,   sin que esto signifique una separación absoluta, ya que se han producido múltiples adaptaciones según la forma tradicional que prevalezca. Los símbolos visuales se corresponden con las tradiciones de los pueblos sedentarios y los vocales con las de los pueblos nómadas.
El símbolo visual, una vez que ha sido trazado, permanece o puede permanecer en ese estado (podemos llamarlo gesto fijado), en cambio el símbolo sonoro solo se manifiesta momentáneamente en el cumplimiento de un rito.
A grandes rasgos apreciamos que estas dos grandes categorías de símbolos, visuales y sonoros, como gesto y sonido fijados, dieron como resultado, en el curso de las edades el legado mas trascendente de la humanidad, la escritura.
En ella vemos una correspondencia esencial establecida entre los símbolos visuales y sonoros; ya que la escritura misma representa una verdadera fijación del sonido. Toda escritura es una figuración mas o menos simbólica y todo lenguaje oral o escrito es un verdadero conjunto de símbolos; lo cual nos lleva a enunciar, que la palabra, cualquiera que esta sea, no podría ser mas que un símbolo de la idea que está destinada a expresar.

Fuentes:
- René Guénon: Apercepciones sobre la iniciación
- Mircea Eliade: El mito del eterno retorno.
- Q:.H:. Manuel Eduardo Contreras Seitz: El símbolo (R:.L:. “Reflexión”       
             Nro. 113 Gran Logia de Chile)
- G:.L:.A:.LL:.AA:.MM:. Ritual del Aprendiz masón.

Cagriostro, el viento del sur

“He aquí al hombre extraño, cuyo talento sublime triunfa cada día contra la avidez de la muerte y a quien ningún interés anima sino el bien de la humanidad".

Nadie ha sido tan humillado, en ningún ser se ha cebado tanto la conjura de la Religión fanática y del más injusto relato histórico. ¿Quién ha sido tan maltratado por la historia? ¿Quién es, sin embargo, más merecedor de ser reconocido como un ser sublime, como una personalidad increíblemente preparada para servir? ¿Quién, en suma, puede alcanzar el corazón del discípulo anhelante? Es El, el Noble Viajero: Cagliostro.
A pesar de la  aberrante narrativa de algunos autores, quienes sin saberlo, aún hoy en día, continúan basando sus estudios sobre el Conde Alejandro de Cagliostro en los  panfletos y escritos del Santo Oficio, que intentó por todos los medios acallar la voz del representante del pueblo, muchos otros han sabido dirigir su mirada a las propias palabras del Mago, encontrando en ellas la verdad que él mismo predicaba. Ninguna narración es más exacta que aquella debida a su propia pluma, cuando encarcelado en aquel símbolo de la injusticia y de la tiranía que fue La Bastilla, acusado de supuesta relación con el "affaire" del collar, escribió su Memoria. "No soy de ninguna época ni de ningún lugar, y más allá del espacio y del tiempo, mi ser espiritual vive su eterna existencia. Si me sumerjo en mi pensamiento remontándome en el curso de las edades, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia alejado de aquel que percibís, me convierto en aquel que deseo ser. Participando conscientemente del Ser Absoluto arreglo mi acción según el medio que me rodea. Mi nombre es aquel de mi función, pues soy libre; mi país, aquel donde fijo mo­mentáneamente mis pasos. Poned fecha de ayer si lo deseáis, rehusando acordaros de años vividos por ancestros que os fueron extraños, o del mañana, por el orgullo ilusorio de una grandeza que jamás quizá será la vuestra, yo soy aquel que es”. Esta particular autodefensa del Mago, debió extrañar enormemente a los tribunales a los cuales iba dirigida. En sus palabras velaba ya un misterio insondable.  El de su origen. Hijo quizá del Gran Mestre Pinto de la Orden de Malta, Cagliostro era, sin duda, un gran Iniciado. Gran Maestro del rito Escocés., de los Philalethas, y del Temple, Sacerdote Electo de Martínez de Pascuales, amigo y discípulo de Saínt-Maritín, de Swedemborg y de  Villermotz. Sus palabras así lo atestiguan:  "Como el Viento del Sur, como la brillante luz del mediodía que caracteriza el pleno conocimiento de las cosas y la comunión activa con Dios, voy hacia el Norte, hacia la bruma y el frío abandonando en todas partes a mi paso una parcela de mí mismo, abandonándome, disminuyéndome en cada estación, más dejándoos un poco de claridad, un poco de calor, un poco de fuerza, hasta que sea parado y fijado definitivamente el fin de mi carrera, en la hora en que la Rosa florezca sobre la Cruz.  Yo soy Cagliostro.  ¡Oh, Dios! No puedes ignorar a un corazón pleno de humildad. Señor, en vuestra bondad, repartid vuestros bienes y vuestras ganancias sobre SION, a fin de que los muros de Jerusalem sean alzados".
En estas palabras del Conde demuestra que su misión era la de crear las bases para lo que es llamado la Venida de la Jerusalem  Celeste, es decir, la de la Jerarquía de los Sabios llegados a la perfección, que alumbran desde la obscuridad del anonimato a un grupo conocido por los místicos como SION, el Priorato del Temple, el templo de dios entre los Hombres.
Sus viajes por toda Asia, Oriente Medio y toda Europa, fueron testigos de su bondad y filantropía, de una esplendidez  increíble. Por donde quiera que pasaba, millares de personas le aclamaban como a un mesias, como a un benefactor que aliviaba  sus sufrimientos. Repartía dinero en forma inagotable, ayudando a su paso a los necesitados, a los sufrientes, a aquéllos en quienes la vida parece ensañarse.
Tal como proclamaba su doctrina de Iniciado: "Siempre avanzar, siempre sembrar y dejar a los demás recoger la cosecha, aceptar todas las misiones que los demás repudian, seguro de que la naturaleza no le ocultará nada, de que el Cielo dará  todo a aquel que es incapaz de usarlo sólo para su propio beneficio. Conquistar el Alma  con paciencia".
Aun exiliado en Inglaterra no por ello dejó de trabajar en la Revolución que vería caer el cetro y la Corona. ¿Era él quien debía accionar todo el mecanismo de la Revolución armada, cuando los intentos pacificadores de Saint Germain y Saint Martin hubieran fracasado? Nunca se sabrá exactamente. Su participación en la Revolución victoriosa  no era ignorada por Roma, quien aguardaba en su trai­cionera fortaleza la llegada del Mago.
Cagliostro, el más noble de los hombres, sabía que todo iba a ser utilizado por sus enemigos, a quienes él amaba como a sus propios hermanos, para llevarlo al potro de la tortura y a la hoguera. Pero todo ello ya estaba previsto y  aun si le aportaba sufrimiento y dolor, todo formaba  parte de un plan trazado por el  Gran Arquitecto. El mantenía su fe en los hombres y la confianza en que en algún sagrado día, comprenderían la grandeza de lo creado y serían uno con el Padre. Para que lo que se hallaba separado se uniera formando un Todo armonioso.  La Unidad de los hombres con su propia naturaleza interior ha sido siempre el objetivo de la Iniciación y de los Iniciados en todo el planeta.  La santificación del Hombre interior.
"Heme aquí. Soy noble y viajero; hablo y vuestra alma tiembla al reconocer antiguas palabras. Una voz que está en vosotros, mas que se silenció hace tiempo, responde a la llamada de la mía. Actúo, y la paz vuelve a vuestros corazones, la salud a vuestros cuerpos, la esperanza y el coraje a vuestras almas".
Su contemporáneo Mozart  le ofreció, como iniciado que él mismo era y alumno del Conde, una obra que debe ser escuchada. "La Flauta Mágica", fue un tributo de admiración al Gran Maestro fundador del Rito Egipcio.
Althotas, su mentor, lo introdujo en la astrología, la alquimia, la medicina y las lenguas. Asimismo en el estudio del esoterismo de los pueblos y de la Tradición. Althotas lo llevó de la mano hasta una sublime Ceremonia llevada a cabo el día de su Gran Iniciación, en el interior de un inmenso templo: la Gran Pirámide.  Como todo Iniciado tuvo su segundo nacimiento y vino otra vez a este valle de lágrimas investido de un poder especial.
El final estaba próximo y Cagliostro lo sabía. Un último y necesario viaje, ingenuo bajo el punto de vista humano, iba a llevarle a Roma, donde esperaba lograr una audiencia con el Papa para conseguir la legalización, por parte de la Iglesia, de su Rito Misraim. Momento propicio para las maquinaciones del Santo Oficio. Durante muchos años habían ido tras de él y ahora él mismo venía a comer en su mano.
Varios se unieron al Conde en sus primeros trabajos en una Logia en Roma. Entre ellos un capuchino francés, Francesco de San Maurizio, quien emprendió con ardor las tareas del Conde en la instauración del Rito. Más como Cagliostro mismo predijo hacía tiempo: "Entre vosotros (dirigiéndose a sus alumnos) habrá un Judas que me traicionará" Este monje era un agente del Santo Oficio, un espía. Tras la detención del Conde nada más se supo de Francesco.
El 27de Diciembre de 1789, precisamente el día de la festividad de San Juan Evangelista, patrón de los Masones y autor del Apocalipsis, el Papa Pío VI firmaba la orden de arresto bajo la acusación de herejía, blasfemia, brujería. Irrumpieron en su casa y saquearon sus papeles, sus pócimas curativas, símbolos y archivos, al tiempo que su esposa Lorenza Serafina era también arrestada. El tribunal de la Inquisición no perdonaba a Cagliostro su relación con la, Rosa-Cruz y con la Masonería. Todos sus documentos y símbolos (entre ellos su mandil de masón y algunos otros atributos, junto a sus escritos maravillosos) fueron quemados pú­blicamente. Entre ellos se hallaba una estatuilla de la diosa egipcia Isis, la diosa de los Misterios, que sujetaba entre sus piernas al dios-niño (Horus). Algunos de sus más importantes documentos fueron, sin embargo, guardados y aún hoy en día se encuentran en la biblioteca secreta del Vaticano.
El Santo Oficio quiso dar un buen espectáculo al populacho, obligando al Conde a abjurar en contra de la Francmasonería.  Cagliostro, vestido con ropas de penitente, descalzo y con una vela en la mano, recorrió la distancia desde el Castillo del Santo Angel hasta Santa María donde pidió perdón a Dios ya la Santa Iglesia.  Fue deshonrado. El pueblo hizo una fiesta cuando la espada del Gran Coptho fue rota, cuando el compás y la escuadra fueron arrojados al fuego, cuando la estrella de seis puntas ardió en un desesperado alarido.
El tribunal del Santo Oficio promulgó su decisión el 21 de Marzo de 1791. ¡Cuánto tiempo pasado en prisión, torturas y desesperación! No queriendo darle el privilegio de una muerte inmediata fue condenado a cadena perpetua.
Cagliostro fue conducido a la Prisión de Saint Leo, en una montaña cerca del Adriático, fortaleza inexpugnable donde sólo le restaba aguardar una muerte que, Dios lo quisiera, fuera rápida. Por fin, ante la inminente llegada de las tropas liberadoras a Italia y temiendo que los revoluciona­rios encontraran vivo a su líder, fue estrangulado en su celda el 28 de Agosto de 1795. La misión había terminado. Una vez más, el Elegido, el hijo predilec­to del Padre había muerto a manos de los siempre iguales intereses de poder, de odio y de bajeza.
¿Murió Cagliostro? ¿Era él quien fue encontrado muerto en su celda aquella tarde en verano? ¿No fue ésta otra muerte fingida, otro paso más del Iniciado?
Algunas fuentes aseguran que debido a su precario estado de salud y temiendo un desenlace inmediato, Cagliostro pidió los servicios de un padre para su confesión. Un poco después, los carceleros encontraron en el suelo de su celda a un hombre estrangulado. No era Cagliostro. Una vez más había huido. El Iniciado jamás muere. Esta es una parte más de su sendero. Cagliostro desapareció de la escena mundial. Nunca más se supo de él. Quizá regresó a su antigua morada en el Este del Mundo, en la Santa Ciudad.
¿Mago, charlatán, místico, iniciado, falsario?
Cagliostro seguirá siendo un gran misterio para sus biógrafos y para la  historia. Quizás él mismo veló en sus palabras un signo profético concerniente a sus documentos en el Vaticano: "Mis papeles, algún día, me harán justicia".
Es necesario  que, en el futuro, la imagen de Cagliostro sea considerada desde un punto de vista muy diferente, aquel del Iniciado. Que sus palabras nos hablen de aquella Tierra Prometida a la que pertenecemos por derecho divino y que un día abandonamos. Sepamos pues, regresar de la mano de los Maestros, guiados por nuestra propia realidad interior.

El Abate Arno, tomado de fuentes diversas.