sábado, 11 de enero de 2014

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. II parte.

Símbolos y ritos. Apreciaciones generales. II parte.
“Estimo que la verdad que un hombre ha descubierto, o la luz que ha proyectado sobre algún punto oscuro, un día puede impresionar a otro ser pensante, conmoverlo, alegrarlo y consolarlo: es a él a quién hablamos como nos han hablado otros espíritus semejantes y nos han consolado también en este desierto de la vida” Arthur Schopenhauer.

El símbolo y la Masonería.

Al decir de los Siete Maestros Masones (1992).

“Se nos ha enseñado que todo lo que se manifiesta en el cielo y en la tierra son símbolos diseñados por el Arquitecto para que conozcamos sus planos y sus leyes y nos identifiquemos con su armonía. Se dice que el Cosmos entero es el símbolo de un ser invisible que en él se oculta; y que nuestros templos, construidos de acuerdo al modelo del Universo, nos permiten conocerlo e identificarnos con él. También se nos muestra que el hombre es un templo; un pequeño universo que contiene dentro de sí todas las posibilidades del Ser; un microcosmos creado a imagen y semejanza del macrocosmos, y que como éste es el símbolo del espíritu invisible que está en todo y que no es otra cosa que la esencia y la suprema identidad. Existe por lo tanto una clara relación analógica Hombre-Templo-Universo, y es por eso que conociendo la significación de nuestras logias, realizando en forma perfecta nuestros ritos de tal manera que vivifiquemos los mitos y los arquetipos visibles en la figura solar del Venerable Maestro y en el simbolismo planetario de los dignatarios, y tratando de interpretar los misterios y secretos de la cosmogonía, estaremos practicando el arte supremo de conocernos a nosotros mismos; el Arte Real que nos permitirá sumarnos a la Gran Obra y realizar la construcción interna y externa que permitirá el restablecimiento de la unidad, la paz y la armonía.”

Todos aquellos elementos que forman parte de nuestra cadena simbólica (imágenes, objetos, gestos, vestimenta, etc.) comunican al iniciado ideas que necesitarían extensas descripciones si las transmitiéramos por medio de la palabra. Se dinamizan a la luz de sus diversas interpretaciones o cuando son internalizados conscientemente por quien los percibe. En la medida que nuestro conocimiento previo posea mayor cantidad de definiciones que nuestra percepción pueda aplicar a la aprehensión, es decir a la internalización del símbolo; mayor será nuestra capacidad de comprensión. Este conocimiento previo que traemos a una situación de aprendizaje, influye sobre como y cuanto se comprende, se aprende y se retiene. La reiteración del ritual, suple, reemplaza y genera ese conocimiento previo al que hacíamos alusión, puesto que con cada reiteración iremos agregando interpretaciones más elevadas y más amplias que irán desplazando nuestras limitadas y antiguas percepciones. Y esto no responde a ningún proceso ni místico, ni mucho menos mágico. Es consecuencia de una ley inmutable; la ley de evolución.
Este proceso de aprendizaje es esencialmente activo, porque realizamos un conjunto de operaciones y de procedimientos mentales que nos permiten procesar la información que estamos recibiendo, y es constructivo, porque estos procesos que llevamos a cabo nos permiten construir significado que va a depender de la interacción entre la información que tenemos almacenada en nuestra memoria y la nueva que recibimos. Siendo un proceso acumulativo donde la información previa y la que recibimos, se va organizando en nuestras estructuras cognoscitivas o esquemas, de forma que estas se van enriqueciendo y estructurando hasta llegar a los niveles de afinamiento que son característicos de los sujetos expertos o iniciados.
Partiendo de la clasificación general planteada en un trabajo anterior podemos enunciar que los símbolos visuales (gestuales o gráficos) y los sonoros o vocales, constituyen conjuntamente la esencia del ritual.
La razón de esta categorización tiene relación con la ciencia cualitativa numérica que vehicula la manifestación de la armonía interior del iniciado. Representado, en el grado de aprendiz por el símbolo pitagórico de la tetraktys (\). Recordemos que la unidad pitagórica se simboliza en Apolo, dios de la música (etimológicamente: toda actividad humana inspirada por las Musas), de la poesía y de la medicina.  Siendo que el número y la geometría son bases primordiales de estas tres disciplinas; así el dios es el geómetra por excelencia y el representante de la Armonía Universal; del mismo modo que para nosotros lo es el G\A\D\U\, y no es casualidad que los masones nos reconozcamos P\L\N\Q\N\S\C\
En la primera categoría encontramos los relacionados con la geometría, que derivan del oficio de constructor. El cuadro de grado, es la síntesis que reúne una serie de elementos de carácter sagrado, cuya finalidad es servir al iniciado para la contemplación y reflexión, generando en él una visión y un conocimiento de su propia realidad interior por medio de la relación con el mundo. Dentro del mismo podemos apreciar las herramientas propias del grado, estas son el mazo y el cincel, el nivel y la plomada, la regla de 24  pulgadas, el compás y la escuadra; el Delta luminoso, la escala de Jacob, el pentalfa, el sol y la luna coronada por siete estrellas, la piedra bruta y la piedra cúbica, así como el pavimento de mosaico y las tres columnas visibles, sabiduría, fuerza y belleza. En algunos cuadros puede verse también el frontispicio del templo con sus columnas J\ y B\.
La segunda categoría, los símbolos sonoros y vocales, están compuestos fundamentalmente por las palabras sagradas,  las palabras de paso, y por las leyendas iniciáticas. Las palabras sagradas se relacionan con la "búsqueda de la Palabra perdida", que constituye la armonía del ser en la unidad trascendental, el Verbo creador de los orígenes, con lo cual su articulación sonora tiene una finalidad similar a la de los mantras. En tanto, las palabras de paso, se refieren más bien a una interioridad hermética que es develada y permite la apertura de un espacio y tiempo interior sagrado y cualitativo, vinculado al principio valorativo de los números y de la ciencia de los nombres. Finalmente, las leyendas son modelos para el iniciado que permiten la constitución de una identidad y una actualización de la memoria colectiva.
Ahora bien, su conjunción, el ritual o rito constituyen una serie de gestos y posturas corporales que 'fijan' en el plano psicosomático del ser la energía-fuerza que precisamente el símbolo geométrico vehicula, es decir, el significado pleno del simbolismo se alcanza a través de la internalización y seguimiento del ritual, como señalábamos anteriormente. Decíamos  también que esta es una vía activa, por lo tanto no es una mera acción especulativa, sino que ésta debe hacerse operativa en nuestra vida cotidiana.  
El rito se adentra en las profundidades del tiempo y del espacio: trabajamos desde el mediodía (cénit solar) hasta la medianoche (cénit polar), siguiendo la dirección de los cuatro puntos cardinales, los cuales simbolizan diversos grados de perfección, según sea el alcance de la luz obtenidos (de Oriente a Occidente y de Mediodía a Septentrión). Estas leyes que unen macrocosmos y microcosmos dan cuenta de la estructura a la vez circular y cruciforme representada en el Taller. El rito ha sido consagrado para sus fines específicos ab origine (en el origen) y nos remite a prototipos míticos. No transcurre en el tiempo profano, sino en el mismo momento en que fue ejecutado por primera vez, es el eterno retorno al momento primordial; dicho de otra forma, transcurre en un tiempo sagrado.
El rito y el símbolo son ambos elementos esenciales  de toda iniciación, ligados estrechamente por su naturaleza misma. En efecto, todo rito conlleva necesariamente un sentido simbólico e inversamente, todo símbolo produce un efecto rigurosamente comparable a los de los ritos mismos, para quien lo medita con las aptitudes y disposiciones requeridas; y entiéndase bien, como base esencial, debe mediar una transmisión iniciática regular; sin ella los ritos sólo serían un vano simulacro.

Fuentes:
- René Guénon: Apercepciones sobre la iniciación
- Mircea Eliade: El mito del eterno retorno.
- Q:.H:. Manuel Eduardo Contreras Seitz: El símbolo (R:.L:. “Reflexión”       
             Nro. 113 Gran Logia de Chile)
- G:.L:.A:.LL:.AA:.MM:. Ritual del Aprendiz masón.
El Abate Arno

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