sábado, 11 de enero de 2014

El simbolismo de la Natividad.

El simbolismo de la Natividad.
Lo que tratamos es de desentrañar la simbología del nacimiento y no la verdad del dogma cristiano, asunto ligado a las creencias de cada cual.
La Natividad y la Pascua de Resurrección son las celebraciones más destacadas del cristianismo. La más bulliciosa y de contagiada alegría es la Navidad que, celebrada con comilonas y borracheras, difiere del recogimiento propio de la Semana Santa. Esta circunstancia tal vez se deba a que la Iglesia, al trasladar la época del nacimiento de Jesús, del verano septentrional al invierno, justamente al día siguiente en el que concluían las fiestas saturnales de la Roma clásica, los pueblos mantuvieron el espíritu de las saturnales (del 17 al 23 de diciembre), esperadas siempre con ansiedad por la incontinencia moral en que consistían.
Los cataros sostenían que Jesús, su madre virgen y los episodios de su vida no son más que símbolos. El icono del nacimiento de Jesús admite interpretaciones más allá de lo que sus figuras representan en la vida real. Por ejemplo el asno y el buey, así como los pastores no están mencionados en ninguno de los dos Evangelios que relatan este acontecimiento, los de Mateo y Lucas. Por su parte, Marcos y Juan, nada dicen acerca del nacimiento de Jesús.
Sabido es que el icono de la Natividad fue creado por San Francisco de Asís y obliga a descifrar un simbolismo oculto, el segundo aspecto a señalar es que en los relatos evangélicos, nada se dice del asno y el buey, con lo cual se llega a la nada difícil conclusión de que fue San Francisco quien "ideó" estas figuras para implicarlas en el icono del nacimiento. La pregunta es: ¿lo de San Francisco fue una casualidad, una ocurrencia sin propósito definido, o por el contrario, sólo se puede explicar atribuyéndole la cualidad de iniciado?
A San Francisco se lo suele identificar como el hombre santo que lo era en tal grado, que hablaba con los pájaros. Ni fábula, ni realidad, sólo simbolismo.
El ser humano pone su inteligencia al servicio de la comprensión del lenguaje de los pájaros para alentar el conocimiento primigenio que proviene de Dios. El Espíritu Santo de los cristianos suele ser representado por un ave que desciende sobre los hombres para trasmitirles mensajes divinos. En el Corán se lee en XXVII: 16.   Salomón heredó  a David y  dijo:   "¡Hombres!   Se nos  ha enseñado el lenguaje de los pájaros y se nos ha dado de todo. ¡Es un favor manifiesto!"
Lo que en el Corán está relacionado con el "lenguaje de los pájaros" es la abubilla, mensajera celestial del rey Salomón, un pájaro vistoso que tiene un penacho dorado en su cabeza y cuyas plumas están siempre inhiestas. Trasladando el símil desde el Islám al cristianismo se podría decir que la abubilla es el arcángel San Gabriel, cuyo nombre significa "héroe de Dios", y a quien los. cristianos lo consideran el "mensajero angélico".

Renunció al pesebre donde hay heno para reposar cómodamente sobre el suelo, y prefirió la gruta, la caverna, la cueva, que son para la simbología tradicional, la misma cosa. La misma que tiene la cámara de reflexión.
El icono del nacimiento contiene los siguientes componentes: la gruta, la estrella, el recién nacido, su madre, su padre, los pastores y sus corderos, el asno y el buey.

La gruta
La gruta tiene varios significados esotéricos y todos concurren, en un mismo resultado simbólico final. Con respecto a la montaña o montículo que en su interior encierra a la gruta, significa el centro interno, y a la vez tiene un significado axial o polar, en tanto que está en consonancia con el eje del mundo.
El simbolismo de la gruta, es doble: por una parte, es el lugar oculto donde se lleva a cabo la iniciación de los adeptos que reciben las enseñanzas adecuadas para acceder sin dificultad a los grados del conocimiento, el sitio donde los maestros guían a los iniciados para que puedan desarrollar óptimamente sus facultades gnósticas para acceder a grados más altos del conocimiento, y por otra parte, es el lugar sagrado donde el ser humano muere y vuelve a nacer a causa de esa iniciación. Es un morir a un pasado de ignorancia, y nacer por segunda vez a un futuro pleno de sabiduría. Lo que es propiamente una iniciación.
Algo más: así como la montaña tiene una forma triangular cuyo vértice apunta a la bóveda, contiene a la gruta que es un triángulo cuyo vértice apunta hacia el centro de la tierra, y por ese su centro pasa el eje del globo. Esta forma triangular de vértice invertido es lo que le da a la gruta de modo definitivo su significado simbólico: la forma de una copa, la que a su vez representa el corazón, que es por su posición en el cuerpo, un triángulo con el vértice hacia abajo. Por esto se puede decir que la gruta es el corazón de la montaña y a la vez, su centro y su eje. El lugar elegido no pudo haber sido más apropiado para representar el nacimiento de Jesús. El misterio de la iniciación de Jesús y de su "segundo nacimiento" a la sabiduría primigenia, que consumará con su viaje a Egipto, donde aprenderá el arte de la Gran Obra de los alquimistas, el conocimiento de los misterios y adquirirá la sabiduría tradicional que su naturaleza de hombre no le permite acceder a ella de otro modo que aprendiendo.

El recién nacido
         En el icono de la Natividad se coloca al niño en el centro de la escena, lo que no deja de tener un simbolismo típico por lo que el centro tiene de reunión de todos los opuestos y consolidación de todos los estados complementarios atraídos hacia un único estado superior. Las demás figuras se distribuyen a su izquierda y derecha, adelante (que significa abajo) y arriba. Cosa que claramente coincide con los dos ejes de la tierra: el norte-sur que une los dos polos donde se producen los solsticios, y el oeste-este que une los equinoccios. Todo lo que rodea al recién nacido es secundario o, si se quiere, depende del centro. Un centro que hace rotar a su alrededor a todo lo que está en el mundo y sin embargo, él mismo permanece inmóvil. Jesús será el centro y a su alrededor rotará, girará el mundo, los astros y el Universo todo, si es quien dice el cristianismo que es. Sólo concluiremos indicando una circunstancia igualmente singular: el niño no sólo no está en brazos de su madre, sino que tampoco duerme.
Su Madre
         La virginidad de las madres de los inspiradores de las religiones ha sido una constante. Jesús nació de una virgen llamada María; Buda nació de una virgen llamada Maia (o María); Krishna nació de una virgen llamada Devaki. Siguiendo con las similitudes, Krishna y Jesús nacieron en una cueva, todas las religiones tienden hacia un mismo Dios, un mismo Principio Creador y un mismo estado superior y primigenio. O también es admisible afirmar que todas las doctrinas sagradas provienen de una misma fuente inspiradora.
Pues bien, en el nacimiento Jesús, situado en el centro, hace girar todo lo que vive a su alrededor; en el punto central que sé mantiene inmóvil. (el motor inmóvil de Aristoteles). Su madre se mantiene distanciada como el resto de los presentes, y Jesús recién nacido se manifiesta como el Hijo de Dios, solitario en el centro axial de la caverna. Su madre carece de protagonismo. En el momento de su muerte ya no se manifiesta como Hijo de Dios, sino como Hijo del Hombre y por lo tanto, acude a su madre, reconociéndose humano.

Su padre
            La figura de José en el nacimiento, como jefe de familia viene a representar la autoridad, apoyado en el cayado que lo supera en altura, según lo ideó San Francisco y desde entonces se guarda fielmente esta figuración del padre de Jesús.
La vara perpendicular al suelo ostenta su carácter axial y central, con significado similar al de la lanza, la flecha o la columna, aunque José no sostiene su cayado en el centro de la gruta, lugar reservado para el recién nacido. Y a su vera, está de pie sosteniendo un cayado como si estuviera dispuesto a marcharse, representa la autoridad familiar marcando con su vara perpendicular, el simbolismo axial que atraviesa la esfera por el centro. Sea que pensemos a la esfera como terrestre o celestial, la sola idea de polo nos lleva a la de eje, porque es por los polos por donde está incrustado el eje inmóvil sobre el que rota dicha esfera.
Los pastores y sus corderos
La presencia de los pastores no es producto de la invención de San Francisco, pues como ya se ha visto, es un dato evangélico. Los pastores acuden a ver al niño recién nacido por indicación del Arcángel Gabriel, y lo hacen gozosos. En los pastores queda reflejada la presencia del ser humano como elemento primordial en la misión de Jesús. Pero, los pastores no van solos. Aunque en los Evangelios nada se dice de los corderos, en la idea de San Francisco aparecen, y son corderos y no ovejas o carneros, porque en la más estricta figuración de la Natividad, los pastores acuden portando corderos en sus hombros, a los que sujetan con ambas manos alrededor del cuello.
         Ahora bien, este cordero que la ley ordenaba que fuera asado entero era el símbolo de la cruz que el Cristo debía padecer. Pues el cordero, para ser asado, es colocado de manera que parece una cruz: una de las ramas lo atraviesa de parte a parte, desde la extremidad inferior hasta la cabeza; la otra le atraviesa las espaldillas, y se atan á ella las patas anteriores del cordero

El asno y el buey
La elección que hizo San Francisco de los animales con los cuales ornamentar su Natividad, no deja de ser singularmente no convencional. Son dos animales que en las doctrinas sagradas de Oriente, sólo uno de ellos carece de una tradición destacable, y es el asno, que más bien está relacionado con las tradiciones de los pueblos occidentales.
En el nacimiento el asno está situado a la derecha de Jesús y el buey(toro o tauro)  a su izquierda, de manera que por el efecto del reflejo, a los ojos del observador las posiciones se invierten como el reflejo de un espejo. El asno simboliza lo maléfico, dañino y perverso que en el mundo se pueda hallar, mientras que el buey simboliza todo lo contrario: bondad, nobleza, fortaleza y solidaridad con el ser humano. El asno está siempre querellándose contra las órdenes que recibe de los hombres. El buey es uncido al arado y lo arrastra abriendo el surco bienhechor que recibirá las semillas de la futura cosecha.
Para los alquimistas, el buey y la vaca son dos símbolos esotéricos, cuyo sentido es el de dos naturalezas primitivas contrarias.
Siguiendo con otras simbologías, en la carta 21 del Tarot, la serpiente que se muerde la cola, coronada por cuatro figuras en sus esquinas y una de ellas es el buey.
En la tradición secular, orientada hacia el simbolismo de los animales sagrados, nada tiene de extraño que aparezcan también en el cristianismo esotérico, del que San Francisco era un iniciado que hablaba el lenguaje de los pájaros.
La reunión de ambos animales introducidos por San Francisco en el icono de la Natividad significan, así, puestos a izquierda y derecha del niño recién nacido, la realidad del mundo que le tocará vivir, asumiendo por veraz, la idea de que estará acuciado por ese pertinaz dualismo. El símbolo en sí mismo, es la manifestación perfecta de la permanente lucha de los opuestos de la dicotomía presente en todas las religiones: Bien-Mal. Tal dualidad que muestra el icono de la Natividad el día de su nacimiento, habrá de repetirse el día de su muerte en la Cruz con la imagen de los dos ladrones: el buen y el mal ladrón. El bien y el mal en su lucha nunca acabable.
El buey es manso y de deja uncir el arado y es útil; en cambio el asno es desobediente difícil de domesticar.

Resumen de un trabajo de Narciso Lué.
Revista Hermética, Especial de Navidad, 2007

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