sábado, 11 de enero de 2014

Cagriostro, el viento del sur

“He aquí al hombre extraño, cuyo talento sublime triunfa cada día contra la avidez de la muerte y a quien ningún interés anima sino el bien de la humanidad".

Nadie ha sido tan humillado, en ningún ser se ha cebado tanto la conjura de la Religión fanática y del más injusto relato histórico. ¿Quién ha sido tan maltratado por la historia? ¿Quién es, sin embargo, más merecedor de ser reconocido como un ser sublime, como una personalidad increíblemente preparada para servir? ¿Quién, en suma, puede alcanzar el corazón del discípulo anhelante? Es El, el Noble Viajero: Cagliostro.
A pesar de la  aberrante narrativa de algunos autores, quienes sin saberlo, aún hoy en día, continúan basando sus estudios sobre el Conde Alejandro de Cagliostro en los  panfletos y escritos del Santo Oficio, que intentó por todos los medios acallar la voz del representante del pueblo, muchos otros han sabido dirigir su mirada a las propias palabras del Mago, encontrando en ellas la verdad que él mismo predicaba. Ninguna narración es más exacta que aquella debida a su propia pluma, cuando encarcelado en aquel símbolo de la injusticia y de la tiranía que fue La Bastilla, acusado de supuesta relación con el "affaire" del collar, escribió su Memoria. "No soy de ninguna época ni de ningún lugar, y más allá del espacio y del tiempo, mi ser espiritual vive su eterna existencia. Si me sumerjo en mi pensamiento remontándome en el curso de las edades, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia alejado de aquel que percibís, me convierto en aquel que deseo ser. Participando conscientemente del Ser Absoluto arreglo mi acción según el medio que me rodea. Mi nombre es aquel de mi función, pues soy libre; mi país, aquel donde fijo mo­mentáneamente mis pasos. Poned fecha de ayer si lo deseáis, rehusando acordaros de años vividos por ancestros que os fueron extraños, o del mañana, por el orgullo ilusorio de una grandeza que jamás quizá será la vuestra, yo soy aquel que es”. Esta particular autodefensa del Mago, debió extrañar enormemente a los tribunales a los cuales iba dirigida. En sus palabras velaba ya un misterio insondable.  El de su origen. Hijo quizá del Gran Mestre Pinto de la Orden de Malta, Cagliostro era, sin duda, un gran Iniciado. Gran Maestro del rito Escocés., de los Philalethas, y del Temple, Sacerdote Electo de Martínez de Pascuales, amigo y discípulo de Saínt-Maritín, de Swedemborg y de  Villermotz. Sus palabras así lo atestiguan:  "Como el Viento del Sur, como la brillante luz del mediodía que caracteriza el pleno conocimiento de las cosas y la comunión activa con Dios, voy hacia el Norte, hacia la bruma y el frío abandonando en todas partes a mi paso una parcela de mí mismo, abandonándome, disminuyéndome en cada estación, más dejándoos un poco de claridad, un poco de calor, un poco de fuerza, hasta que sea parado y fijado definitivamente el fin de mi carrera, en la hora en que la Rosa florezca sobre la Cruz.  Yo soy Cagliostro.  ¡Oh, Dios! No puedes ignorar a un corazón pleno de humildad. Señor, en vuestra bondad, repartid vuestros bienes y vuestras ganancias sobre SION, a fin de que los muros de Jerusalem sean alzados".
En estas palabras del Conde demuestra que su misión era la de crear las bases para lo que es llamado la Venida de la Jerusalem  Celeste, es decir, la de la Jerarquía de los Sabios llegados a la perfección, que alumbran desde la obscuridad del anonimato a un grupo conocido por los místicos como SION, el Priorato del Temple, el templo de dios entre los Hombres.
Sus viajes por toda Asia, Oriente Medio y toda Europa, fueron testigos de su bondad y filantropía, de una esplendidez  increíble. Por donde quiera que pasaba, millares de personas le aclamaban como a un mesias, como a un benefactor que aliviaba  sus sufrimientos. Repartía dinero en forma inagotable, ayudando a su paso a los necesitados, a los sufrientes, a aquéllos en quienes la vida parece ensañarse.
Tal como proclamaba su doctrina de Iniciado: "Siempre avanzar, siempre sembrar y dejar a los demás recoger la cosecha, aceptar todas las misiones que los demás repudian, seguro de que la naturaleza no le ocultará nada, de que el Cielo dará  todo a aquel que es incapaz de usarlo sólo para su propio beneficio. Conquistar el Alma  con paciencia".
Aun exiliado en Inglaterra no por ello dejó de trabajar en la Revolución que vería caer el cetro y la Corona. ¿Era él quien debía accionar todo el mecanismo de la Revolución armada, cuando los intentos pacificadores de Saint Germain y Saint Martin hubieran fracasado? Nunca se sabrá exactamente. Su participación en la Revolución victoriosa  no era ignorada por Roma, quien aguardaba en su trai­cionera fortaleza la llegada del Mago.
Cagliostro, el más noble de los hombres, sabía que todo iba a ser utilizado por sus enemigos, a quienes él amaba como a sus propios hermanos, para llevarlo al potro de la tortura y a la hoguera. Pero todo ello ya estaba previsto y  aun si le aportaba sufrimiento y dolor, todo formaba  parte de un plan trazado por el  Gran Arquitecto. El mantenía su fe en los hombres y la confianza en que en algún sagrado día, comprenderían la grandeza de lo creado y serían uno con el Padre. Para que lo que se hallaba separado se uniera formando un Todo armonioso.  La Unidad de los hombres con su propia naturaleza interior ha sido siempre el objetivo de la Iniciación y de los Iniciados en todo el planeta.  La santificación del Hombre interior.
"Heme aquí. Soy noble y viajero; hablo y vuestra alma tiembla al reconocer antiguas palabras. Una voz que está en vosotros, mas que se silenció hace tiempo, responde a la llamada de la mía. Actúo, y la paz vuelve a vuestros corazones, la salud a vuestros cuerpos, la esperanza y el coraje a vuestras almas".
Su contemporáneo Mozart  le ofreció, como iniciado que él mismo era y alumno del Conde, una obra que debe ser escuchada. "La Flauta Mágica", fue un tributo de admiración al Gran Maestro fundador del Rito Egipcio.
Althotas, su mentor, lo introdujo en la astrología, la alquimia, la medicina y las lenguas. Asimismo en el estudio del esoterismo de los pueblos y de la Tradición. Althotas lo llevó de la mano hasta una sublime Ceremonia llevada a cabo el día de su Gran Iniciación, en el interior de un inmenso templo: la Gran Pirámide.  Como todo Iniciado tuvo su segundo nacimiento y vino otra vez a este valle de lágrimas investido de un poder especial.
El final estaba próximo y Cagliostro lo sabía. Un último y necesario viaje, ingenuo bajo el punto de vista humano, iba a llevarle a Roma, donde esperaba lograr una audiencia con el Papa para conseguir la legalización, por parte de la Iglesia, de su Rito Misraim. Momento propicio para las maquinaciones del Santo Oficio. Durante muchos años habían ido tras de él y ahora él mismo venía a comer en su mano.
Varios se unieron al Conde en sus primeros trabajos en una Logia en Roma. Entre ellos un capuchino francés, Francesco de San Maurizio, quien emprendió con ardor las tareas del Conde en la instauración del Rito. Más como Cagliostro mismo predijo hacía tiempo: "Entre vosotros (dirigiéndose a sus alumnos) habrá un Judas que me traicionará" Este monje era un agente del Santo Oficio, un espía. Tras la detención del Conde nada más se supo de Francesco.
El 27de Diciembre de 1789, precisamente el día de la festividad de San Juan Evangelista, patrón de los Masones y autor del Apocalipsis, el Papa Pío VI firmaba la orden de arresto bajo la acusación de herejía, blasfemia, brujería. Irrumpieron en su casa y saquearon sus papeles, sus pócimas curativas, símbolos y archivos, al tiempo que su esposa Lorenza Serafina era también arrestada. El tribunal de la Inquisición no perdonaba a Cagliostro su relación con la, Rosa-Cruz y con la Masonería. Todos sus documentos y símbolos (entre ellos su mandil de masón y algunos otros atributos, junto a sus escritos maravillosos) fueron quemados pú­blicamente. Entre ellos se hallaba una estatuilla de la diosa egipcia Isis, la diosa de los Misterios, que sujetaba entre sus piernas al dios-niño (Horus). Algunos de sus más importantes documentos fueron, sin embargo, guardados y aún hoy en día se encuentran en la biblioteca secreta del Vaticano.
El Santo Oficio quiso dar un buen espectáculo al populacho, obligando al Conde a abjurar en contra de la Francmasonería.  Cagliostro, vestido con ropas de penitente, descalzo y con una vela en la mano, recorrió la distancia desde el Castillo del Santo Angel hasta Santa María donde pidió perdón a Dios ya la Santa Iglesia.  Fue deshonrado. El pueblo hizo una fiesta cuando la espada del Gran Coptho fue rota, cuando el compás y la escuadra fueron arrojados al fuego, cuando la estrella de seis puntas ardió en un desesperado alarido.
El tribunal del Santo Oficio promulgó su decisión el 21 de Marzo de 1791. ¡Cuánto tiempo pasado en prisión, torturas y desesperación! No queriendo darle el privilegio de una muerte inmediata fue condenado a cadena perpetua.
Cagliostro fue conducido a la Prisión de Saint Leo, en una montaña cerca del Adriático, fortaleza inexpugnable donde sólo le restaba aguardar una muerte que, Dios lo quisiera, fuera rápida. Por fin, ante la inminente llegada de las tropas liberadoras a Italia y temiendo que los revoluciona­rios encontraran vivo a su líder, fue estrangulado en su celda el 28 de Agosto de 1795. La misión había terminado. Una vez más, el Elegido, el hijo predilec­to del Padre había muerto a manos de los siempre iguales intereses de poder, de odio y de bajeza.
¿Murió Cagliostro? ¿Era él quien fue encontrado muerto en su celda aquella tarde en verano? ¿No fue ésta otra muerte fingida, otro paso más del Iniciado?
Algunas fuentes aseguran que debido a su precario estado de salud y temiendo un desenlace inmediato, Cagliostro pidió los servicios de un padre para su confesión. Un poco después, los carceleros encontraron en el suelo de su celda a un hombre estrangulado. No era Cagliostro. Una vez más había huido. El Iniciado jamás muere. Esta es una parte más de su sendero. Cagliostro desapareció de la escena mundial. Nunca más se supo de él. Quizá regresó a su antigua morada en el Este del Mundo, en la Santa Ciudad.
¿Mago, charlatán, místico, iniciado, falsario?
Cagliostro seguirá siendo un gran misterio para sus biógrafos y para la  historia. Quizás él mismo veló en sus palabras un signo profético concerniente a sus documentos en el Vaticano: "Mis papeles, algún día, me harán justicia".
Es necesario  que, en el futuro, la imagen de Cagliostro sea considerada desde un punto de vista muy diferente, aquel del Iniciado. Que sus palabras nos hablen de aquella Tierra Prometida a la que pertenecemos por derecho divino y que un día abandonamos. Sepamos pues, regresar de la mano de los Maestros, guiados por nuestra propia realidad interior.

El Abate Arno, tomado de fuentes diversas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario